Aug 16, 2012

Ya estamos a mediados de agosto y nos acercamos peligrosamente al primer aniversario de la muerte de Lalo. Uso el calificativo “peligrosamente” porque casi puedo sentir un oscurecimiento a medida que nos acercamos a septiembre.

            Aunque he intentado hacer que este blog sea acerca de la vida de Lalo, siempre regresamos a su muerte, a su ausencia y a nuestro dolor ante su partida. Supongo que podríamos decir que, en cierto sentido, el grado de nuestro dolor colectivo se convierte en un tributo a su vida.
            ¿Hay algo más que decir acerca de Lalo? Más de lo que podría llenar un universo de tomos y aún habría todo un universo más de todo lo que no se dijo. Pero, seguramente, toda persona que ha amado a otra se siente igual. Seguramente, la mayoría de las personas entran en esta categoría, al menos para aquellos que los amaron. ¿Realmente es posible decir que uno fue mejor o más merecedor de amor, atención o mención que otro? No lo creo.

            La muerte nos arranca todo lo que es bueno y amable y bello de aquellos a quienes amamos. Nos quedamos con las manos vacías; desesperados no por llenar un hueco que sabemos que nunca se verá reemplazado por nada ni nadie, sino por ver a este objeto de nuestros afectos entre nosotros una vez más. Aquí es donde queremos darle vuelta al reloj, una y otra vez, regresar la película de nuestras vidas, encontrar una manera de pausar la historia precisamente en ese último momento de risa, de bendita ignorancia, antes de la llegada de la sombra que ahora cubre nuestra existencia.

            Empecé este blog para cumplir una promesa; creo que la he cumplido al máximo de mis capacidades. No es que no tenga nada más que decir de mi hermano; no es que no haya más sustancia en su vida que la que yo y otros hemos tratado de expresar. Pero el ciclo se acerca a su final. Después de las dos entradas que quedan para agosto, publicaré una última entrada más para la primera semana de septiembre.

            A aquellos que contribuyeron con el blog deseo expresarles mi profundo agradecimiento. A mi mamá y a Gloria, quienes tenazmente se aferraron a la idea del proyecto y realmente me ayudaron a cumplir con mi promesa con interminables contribuciones propias y con consejos en los momentos en que vacilé, deseo manifestarles mi eterna gratitud. A todos los lectores del blog, a quienes no conozco en su mayoría y que vienen de los lugares más sorprendentes como Alemania, Rusia, Ucrania, Malasia, Francia, España, el Reino Unido y muchos más, además de México y EUA, espero que The Acapulco Hilton Experience les haya dado al menos una probadita de la vida de mi hermano, de su país, de su esencia. Pueden escuchar algo de su música en www.lalo-olivares.com. También deseo agradecerles el que se hayan vuelto algo que nunca esperé encontrar entre desconocidos… leales compañeros a lo largo de esta travesía.

Susana Olivares Bari

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