Mar 8, 2012

NUNCA MÁS

Desearía poder escribir las palabras de la manera en que las vi dentro de mi mente a las cuatro de esta mañana. El “desfile de las vocales” marchó frente a mí y las consonantes eran tan frescas como una lechuga, pero ahora que me encuentro totalmente despierta y ya no tan segura de lo que necesito decir ni de exactamente cómo decirlo, simplemente lo haré como mejor pueda.



            A insistencia de Lalo, traté de leer un cuasi-manual acerca de cómo lidiar con el diagnóstico de una enfermedad terminal. Pensó que me podría ser de utilidad. Traté, pero tengo aversión por cualquier cosa aún vagamente sugerente de sabiduría perogrullesca, así que nunca lo terminé de leer; aún así, en la contraportada del libro, sí encontré algo que resonó en mi interior de alguna manera; decía, “La vida, para todos, es un padecimiento terminal”. Pues sí, ¿pero cómo encontrar un consuelo en eso?

            Ya han pasado cinco meses completos y no parezco poder reponerme de su muerte. Sé que se supone que el plazo oficial del duelo normal es de seis meses, pero estoy lejos de lograrlo.

            Lalo fue la tónica de mi vida…Cuando nació me convertí en una persona verdadera porque en ese momento adquirí una identidad verdadera: era una madre. Antes de eso, fui hija, sobrina, nieta y esposa de otros; pero ahora, mi lugar oficial en el mundo era el de ser madre.

            Como hijo único durante casi seis años, él fue el estuche de principiantes para nuestra pequeña familia y recibía toda la atención, tanto positiva como negativa, pero superó la tormenta aunque, cuando nació Susana, me preocupé un poco de que no sobreviviera el choque de ya no ser el sine qua non. Decidí convertir el nacimiento en un suceso dedicado a él. Su padre y yo hicimos que entregaran un caballete, pinturas, pinceles y papel a la puerta de la casa unas cuantas horas antes de nuestra llegada desde el hospital. La tarjeta del regalo leía, “para Lalo de su hermanita nueva”, y por mucho tiempo después se refirió a ella como “la nueva”. Al igual que con la relación entre su padre y sus propios hermanos, mi sueño de que este hermano y hermana se quisieran profundamente se convirtió en una realidad, gracias a Dios. También sé la magnitud del dolor que Susana está sintiendo ante su muerte, aunque realmente no puedo imaginarme la profundidad del mismo ya que fui hija única y nunca tuve que sufrir una pérdida tan terrible como la de un hermano. Por lo menos puedo estar con ella en la devastación que sé está experimentando.

            La letra de una canción dice----Hacia una puerta que se cierra, una puerta marcada Nunca Más, que antes no se encontraba allí-----eso parece aplicarse a nuestra situación.

Patricia Bari Frew

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