Aunque
no hubo un servicio conmemorativo formal, propiamente dicho, que señalara la
muerte de Eduardo, creo firmemente que lo que Susana ha hecho al abrirles la
puerta a su familia y amigos a través de este medio para compartir nuestros
recuerdos de alguna parte de su vida que pudimos pasar con él es indudablemente
más apropiada de lo que pudo haber sido cualquier tipo de reunión artificiosa.
Es por esto, y aprovechando la oportunidad que me permite este espacio, que me gustaría ofrecer algunos pensamientos de otras almas gemelas afligidas que se han sentido igual que nosotros que nos hemos quedado atrás.
W.
H. AUDEN, ABRIL 1936. BLUES FUNERAL (fragmento)
Silencien los pianos y con sordo tambor
Saquen el féretro, que entren los deudos.
Ya
no se requieren las estrellas; que se apague cada una,
Empaquen
la luna y desmantelen el sol.Echen fuera el océano y barran con los bosques;
Que ya nada puede ser de algún provecho.
ROBERT G. INGERSOLL (1833-1899)
ELEGÍA EN EL FUNERAL DE SU HERMANO (fragmentos)
Amaba lo bello y con color, forma y música, se
conmovía hasta las lágrimas. Tomaba partido por el débil, el pobre, el agraviado
y amorosamente dispensaba limosnas.
La vida es un estrecho valle entre los fríos y
estériles picos de dos eternidades.El que aquí reposa, al morir, confundiendo la llegada de la muerte con el retorno de la salud, suspiró con su último aliento, “Ya estoy mejor”. Creamos, a pesar de dudas y dogmas, de temores y lágrimas, que estas queridas palabras son ciertas para los incontables fallecidos.
Las palabras no pueden contener nuestro amor. No había, no hay, hombre más gentil, fuerte y viril.
Patricia Bari Frew
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