May 31, 2012


Había una vez...y extendiste tus alas y volaste...
       Yo te conocí antes de verte, sabía de tus luchas, de tus sueños, de tus ilusiones, de tus enojos y tus tristezas.
        Y entonces te vi, oí el sonido de tu violín, después el de tu piano...tu risa y tu mirada, y ¿sabes?, tus ojos eran... eso, la ventana de tu alma; era fácil ver en ella y tú bien lo sabías.
        El paso de los años hizo que fuese mucho más evidente en ti, lo que ellas ya conocían, la generosidad de tu corazón.
        Sabemos Lalo, que donde estés eres feliz, que el sonido de tu música te acompaña, y que sólo te adelantaste a los que un día te encontraremos nuevamente, y mientras eso sucede, cierra los ojos y sigue acunando el corazón de ella, que cada mañana ve al cielo y entre lágrimas sonríe, dando gracias a Él, porque tú la elegiste como tu madre.
       Nosotros, tus amigos, en los que sembraste un recuerdo de ti imperecedero, te prometemos acompañarlas en el camino, pues tenemos el honor, como tú sabes, de ser sus amigos.

Magally Ferraez de Mullor

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